Marco Bonilla: Encerrado en su Burbuja
Fuentes cercanas aseguran que el alcalde de Chihuahua, Marco Antonio Bonilla Mendoza, está completamente aislado dentro de su propia administración y precampaña. En lugar de rodearse de figuras políticas de peso que le den estructura y solidez, ha optado por encerrarse en una burbuja con su círculo cercano, entregando la conducción de su precampaña a dos priistas: Adrián Jaques y Pedro Domínguez.
Su gestión no cuenta con operadores políticos de alto nivel ni con un equipo que proyecte la imagen de un líder con visión de gobernabilidad estatal. No hay figuras que inspiren confianza o que le den al electorado la seguridad de que tiene la capacidad de competir más allá de la alcaldía.
En su lugar, ha depositado su confianza en amigos y compadres que, lejos de fortalecerlo, le están generando problemas que en el futuro podrían explotarle en las manos. Decisiones clave de su gobierno y su precampaña están en manos de personas sin la experiencia o el conocimiento político necesario, lo que pone en riesgo su credibilidad y su proyección a futuro.
El otro punto crítico es su dependencia de priistas en la conducción de su campaña. Parece haber olvidado que su partido es el PAN y que su estructura y militancia podrían no ver con buenos ojos que figuras del PRI sean quienes lleven las riendas de su futuro político. ¿Dónde está el respaldo panista? ¿Qué papel juega su partido en esta estrategia?
Bonilla no solo se está alejando de su base partidista, sino que está dejando en manos ajenas la estrategia que definirá su futuro electoral. Esta decisión podría costarle caro, sobre todo en un escenario donde el panismo chihuahuense busca fortalecer su identidad y liderazgo propio, en lugar de depender de estructuras externas.
Si bien el reciente ranking de Consulta Mitofsky lo coloca como el cuarto alcalde de capital mejor evaluado con un 53.4% de aprobación, esta cifra no debe generar una falsa sensación de seguridad. Las encuestas reflejan percepciones momentáneas, pero la realidad política se define en el trabajo de tierra, en la capacidad de movilización y en la solidez de su equipo.
El peligro para Bonilla es confiarse en la medición de popularidad mientras su equipo lo aísla, su estrategia se aleja de su partido y las decisiones clave siguen en manos de personas que, en lugar de ayudarlo, podrían estar debilitándolo desde dentro.