Gobierno de Chihuahua reacciona tarde ante riesgo de arancelesMientras Estados Unidos revive su retórica proteccionista y crece la amenaza de nuevos aranceles, el Gobierno de Chihuahua apenas admite su preocupación y se limita a apaciguar los ánimos empresariales con generalidades. El secretario general de Gobierno, Santiago de la Peña Grajeda, reconoció el “nerviosismo” que impera en el sector económico local, pero no ofreció acciones concretas ni un posicionamiento firme ante el riesgo inminente.Según De la Peña, el Gobierno estatal ha mantenido “contacto permanente” con empresarios a través de la Secretaría de Innovación y Desarrollo Económico. Sin embargo, más allá del acompañamiento institucional y del “plan bien definido” al que aludió, no hay evidencia pública de medidas anticipadas o estrategias de blindaje económico para enfrentar posibles represalias comerciales desde Washington.La preocupación gira en torno al posible regreso de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos y su discurso centrado en el proteccionismo. No es un tema nuevo: los sectores exportadores de Chihuahua dependen en gran medida del acceso al mercado norteamericano, y los efectos de cualquier restricción arancelaria podrían ser devastadores para la industria manufacturera, el empleo y la atracción de inversión extranjera.
Pero en lugar de articular una defensa comercial regional, el gobierno de Maru Campos opta por declaraciones tibias, confiando en que el diálogo empresarial bastará para contener el nerviosismo.
La reacción no solo es tardía, sino políticamente conservadora: evitar la confrontación directa con los actores federales o internacionales, y limitarse a administrar el daño.
Chihuahua necesita mucho más que relaciones públicas para sortear una amenaza estructural: requiere inteligencia comercial, cabildeo activo en Washington, mecanismos de compensación económica y una visión de largo plazo que rebase la inercia de la maquila.