El magisterio en pie de lucha: paros escalonados ante la indiferencia del gobierno federal
La resistencia del magisterio federal contra la reforma a la Ley del ISSSTE 2025 no es un simple acto de protesta, sino una respuesta legítima a la negligencia de un gobierno que ha demostrado, una y otra vez, su desprecio por los derechos laborales. La estrategia de paros escalonados es un reflejo de la precariedad en la que el propio Estado ha puesto a los docentes: obligados a organizarse con cautela para evitar sanciones, en un sistema que penaliza la protesta en lugar de atender sus demandas.
El hecho de que los trabajadores tengan que recurrir a tácticas defensivas para evitar represalias deja en evidencia el verdadero rostro de este gobierno, que se jacta de ser progresista y defensor de los trabajadores, pero que en la práctica opera con la misma lógica represiva de sus antecesores.
El rechazo del magisterio a la reforma no es una reacción caprichosa.
Las reformas al ISSSTE han sido, históricamente, sinónimo de retrocesos para los trabajadores, y esta nueva propuesta no es la excepción. La falta de transparencia sobre su contenido ha generado incertidumbre, y si algo ha demostrado este gobierno es que no le interesa negociar con los sectores que realmente sostienen el país.
Los docentes exigen algo básico: que no se les arrebate su derecho a una jubilación digna. Sin embargo, la administración federal, en lugar de atenderlos, prefiere ocultar información y esperar a que el descontento se disuelva. Esto no es un accidente, sino una estrategia: desgastar la movilización para luego imponer su reforma sin oposición real.
El emplazamiento al gobierno federal es un último intento de diálogo antes de que el conflicto escale.
Pero si algo ha demostrado esta administración es que su estrategia ante las protestas es la indiferencia o, en el peor de los casos, la criminalización de quienes se atreven a alzar la voz.
La marcha del sábado en la capital no será solo una protesta más, sino una advertencia: el magisterio no está dispuesto a permitir otro golpe a sus derechos. Si el gobierno sigue sin escuchar, lo que hoy son paros escalonados puede convertirse en un paro indefinido con consecuencias políticas y sociales que la administración tendrá que asumir.
Cuando los maestros salen a las calles, es porque el diálogo institucional ha fracasado. Y cuando un gobierno “de izquierda” se comporta como cualquier otro que pisotea a los trabajadores, queda claro que el cambio prometido nunca llegó.