El PRI se repliega, pero no se retira
Este fin de semana, el anuncio fue claro y sin rodeos: el Partido Revolucionario Institucional competirá en solitario en las elecciones de 2027.
Así lo afirmaron sus dirigentes estatales, marcando un punto de inflexión en la alianza que durante los últimos años lo sostuvo junto al PAN.
El anuncio no pasó desapercibido.
Para algunos, representa el inicio de una nueva etapa en la vida política del tricolor.
Para otros, es una apuesta por volver al origen: estructura territorial, candidaturas de base, credencialización interna y trabajo de tierra.
Las encuestas ubican al PRI en cuarto lugar, por debajo de Movimiento Ciudadano, pero desde el interior del partido insisten en que aún hay “parque” para contender con identidad propia.
La ruta está en marcha. Falta tiempo, pero el mensaje es claro: el PRI quiere disputar con rostro propio su lugar en el escenario estatal.
El resultado dependerá del tamaño del esfuerzo, pero también del tono con el que logre reconectar con la ciudadanía.
Las cenizas del silencio institucional
En Ciudad Juárez, una tragedia sin precedentes dejó al descubierto una crisis profunda en el sistema funerario: 383 cuerpos almacenados en un crematorio que, en lugar de cremar, entregaba tierra y piedras como si fueran cenizas.
Detrás de cada urna falsa, hay una familia con dolor duplicado y certezas rotas.La indignación pública es comprensible, pero lo que se vuelve urgente es la exigencia institucional: ¿quién permitió que esto ocurriera? ¿Qué autoridades dejaron de supervisar?
La sociedad espera más que investigaciones: quiere resultados, responsables y garantías de no repetición.Las implicaciones no son menores.
El caso no solo refleja una falla empresarial. Refleja un vacío regulatorio, una falta de control y una deuda institucional con la dignidad humana. El reto, ahora, está en reconstruir confianza.
Y eso solo será posible si se actúa con contundencia, sin simulación y con respuestas claras desde el Estado.
Municipios en silencio, mientras el fuego no cesa
En Guadalupe y Calvo, la violencia obligó a una escena que habla por sí sola: el Ejército tomó el control de la Presidencia Municipal, ante intensas balaceras que mantuvieron a la población resguardada por varios días.
Comercios cerrados, calles desiertas y la vida cotidiana suspendida por ráfagas de fuego cruzado.
Mientras las fuerzas federales patrullan y resguardan, las preguntas se acumulan: ¿Dónde están las autoridades locales? ¿Cuál es el plan de retorno a la normalidad?
El municipio no puede navegar únicamente bajo el resguardo militar.
La presencia de la alcaldesa y del gobierno local no debe ser simbólica, sino activa, presente, coordinada con quienes hoy garantizan la seguridad inmediata.
La exigencia va más allá de los operativos.
Se requiere un replanteamiento territorial de la seguridad, y sobre todo, una acción institucional que no se resguarde en el silencio.
Porque el control militar puede ser temporal, pero la confianza ciudadana solo se restaura con liderazgo civil que asuma su responsabilidad en todos los niveles.
De sol a sol: una gira para escuchar y permanecer presente
En contraste con el tono sombrío de algunos hechos recientes, una figura del Senado ha optado por convertir el receso legislativo en oportunidad.
Andrea Chávez ha iniciado una gira de 60 días de sol a sol, recorriendo los 67 municipios de Chihuahua.
Ya desde el viernes comenzó sus visitas por distintas regiones del estado, con el propósito de escuchar, observar y reforzar presencia territorial.
La gira tiene un componente político, sin duda.
Pero también responde a una directriz clara desde Morena: que los legisladores mantengan contacto constante con sus entidades.
Incluso la presidenta Claudia Sheinbaum ha llamado a recorrer los territorios, no desde oficinas, sino desde la tierra misma.
Andrea Chávez lo está haciendo, con aspiración política firme, pero también con una metodología que combina estructura, cercanía y constancia.
El trabajo de campo, más que un acto simbólico, se convierte en una estrategia sostenida.
Lo que se siembra en cada visita no es solo imagen, sino escucha, vínculos y reconocimiento de realidades regionales.
La ruta que recorre es larga, pero deja una huella que trasciende la coyuntura.